Erase una vez, una botiguera que decidió celebrar el 10º aniversario de su pequeña tienda de barrio, con la gente buena que le rodea y con la buena gente que el azar escogió.
Como no todas se conocían entre sí, la botiguera y su inigualable Moneypenny Latorre pasaron días y días pensando qué hacer, para que el encuentro no fuera un fracaso. Un disfraz, dos equipos y un concurso. Esa fue su apuesta final.
A los pocos minutos de conocerse, el equipo de las Cuquis se abrazaba fuerte al recibir una doble puntuación y el equipo de las Divas se reunía como si de un equipo de Rugby se tratase a tramar la venganza. El hielo, si alguna vez lo hubo, estaba roto.
Pruebas de mímica.
Preguntas con respuestas abstractas.
Imitaciones a Rajoy, a Espinete y a la mismísima Marilyn.
Una jota, una sardana, una sevillana, un tango y una actuación de break dance.
Puñetazos a lo Rocky y un desayuno sin diamantes .
Y risas, muchas risas, pero muchas... hicieron que la sensación al acabar, fuera la mejor sensación que la botiguera jamás ansió. Querer repetir y cuanto antes, mejor.
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